Vinificación del Château Roudier

Trabajo en la bodega de Château Roudier

Recepción de la cosecha

El trabajo en la bodega comienza durante la vendimia, cuando se sacan las vides de los campos. La recepción y la transformación de la vendimia es una etapa esencial porque las uvas y su zumo son muy frágiles. En Château Roudier, hemos optado por transportar la uva en volquetes equipados con picos vibradores y una tolva para separar el zumo de los desechos, que es de baja calidad. Los granos de uva se colocan suavemente en una mesa de selección para eliminar los elementos no deseados. Tras estas selecciones sucesivas, las uvas se estrujan para poner en contacto voluntariamente el zumo y los hollejos. Ahora puede comenzar la vinificación.

Fermentación alcohólica

Al día siguiente, se desencadena la fermentación alcohólica por la acción de las levaduras, que transforman el azúcar en alcohol y liberan dióxido de carbono. Este gas carbónico hará aflorar todas las partes sólidas que componen el grano de uva, es decir, la piel, la pulpa y las pepitas. Se formará el orujo. Para extraer todo el potencial de nuestras uvas, remontamos dos veces al día. El propósito de este bombeo es tomar el jugo claro del fondo del tanque y proyectarlo en el orujo mediante bombeo para que el zumo tome las moléculas colorantes y tánicas presentes en los hollejos y las pepitas. La fermentación termina cuando la levadura consume todos los azúcares. La frecuencia de los remontados varía en función de las catas diarias de cada lote. Una vez terminado, el zumo permanece en contacto con el orujo durante unos días a una temperatura de 28 a 32°C. Esta maceración postfermentativa en caliente favorece mecanismos complejos que suavizan y enriquecen el vino. Luego viene la operación física de vaciado. El zumo libre se coloca en un depósito mientras se prensa el orujo. Los vinos de prensa se descartan y la cata determinará su orientación en la mezcla final. A continuación, puede comenzar la segunda fermentación.

Fermentación maloláctica

La fermentación maloláctica es una desacidificación natural del vino mediante bacterias lácticas. El ácido málico biácido duro en boca se transforma en ácido láctico que recuerda a la leche cuajada. Esta fase puede durar más o menos tiempo. Los vinos se conservan a 20°C. Una vez finalizado, higienizamos el medio añadiendo una dosis de solución de azufre y desconectamos el mantenimiento de la temperatura. Es diciembre, y la temperatura en las bodegas bajará la temperatura de los vinos a entre 8 y 10°C, favoreciendo la decantación, la clarificación y la precipitación del ácido tartárico para una mejor estabilidad de los vinos en la botella. Dejamos reposar el vino durante unas semanas hasta principios del año siguiente, cuando el vino comenzará su maduración.

Cría

El proceso de maduración comienza con un trasiego al final de la fermentación maloláctica. Tras unas semanas en frío, una gruesa capa de partículas gruesas, las lías, se depositó en el fondo del depósito. La finalidad del trasiego es separar el vino fino de las lías. Aprovechamos este trasiego para inyectar dióxido de carbono con el fin de aumentar su concentración natural para proteger el vino de la oxidación. En el depósito de destino, las duelas de las barricas esperan la llegada del vino.

Aportan taninos procedentes de robles franceses seleccionados que intervienen en los fenómenos físico-químicos que fijan el color y contribuyen a la complejidad del bouquet aromático. El vino permanecerá en cubas durante 12 meses, en los que el equipo de Château Roudier controlará la correcta maduración del vino mediante análisis y numerosas catas técnicas. Una vez finalizada la maduración, los vinos se mezclan. Cada cuba se cata meticulosamente; es un trabajo de equipo que requiere inspiración y concentración. Es el resultado de dos largos años de trabajo, uno en el viñedo y otro en la bodega, donde los hombres y mujeres de la finca han colaborado para sacar lo mejor de la añada.